viernes, 17 de noviembre de 2006

Basta ya de "operación Malaya"


A lo largo de los últimos días cada vez que prendo la caja tonta no aparece otra persona que no sea Maite Zaldívar en el momento de salir de la comisaría tras permanecer detenida y prestar declaración ante el juez Miguel Ángel Torres.
Llevamos con la dichosa "operación Malaya" un montón de meses y cada vez que se producen nuevas detenciones se llenan más y más horas de televisión. Cierto es que el tema es interesante y que por su importancia merece ser atendido pero, en algunas ocasiones, me parece desmedido el tratamiento informativo que se le da. Sí, lo acepto, es un fraude, un robo, una vergüenza, un atropello. Pero en el mundo ocurren más cosas y deberían ser tratadas también.
No estoy en contra de que se dé información sobre este escándalo y que se destapen otros grandes pufos urbanísticos, entendedme. Pero es que ya uno se aburre de ver todo el rato lo mismo durante semanas y semanas.

La prueba del polígrafo, hasta en la sopa


Parece ser que la moda de las tertulias rosas propias de las sobremesas de este país ha impuesto una nueva categoría digna de ser catalogada como la estupidez elevada a la máxima potencia. Me refiero a la ya archiconocida prueba del polígrafo, formato que comenzó en un conocido programa de Antena 3 y que, dado el éxito obtenido, ha sido copiado por la cadena de la competencia.
Desde luego los comentarios sobran, pero es que parece que la gente no se aburre de ver a los famosillos de turno contando sus intimidades mientras el público abuchea cada vez que se da una respuesta que no convence del todo. Llegados a este punto entraríamos en la eterna duda de si los espectadores consumen este tipo de sinsorgadas porque les gusta y las cadenas de televisión, en su buen propósito, se lo ofrecen o si, por el contrario, los telespectadores consumen lo que les damos. En fin, el eterno dilema.
En cualquier caso, lo cierto es que este aparato podría ser utilizado para que personalidades más importantes -y más interesantes, por descontado- se enfrentasen a otro tipo de cuestiones y no para ver si Fulana de Tal es todavía virgen, tal y como afirma la novia de su padre que además es primo de aquella que entró en Gran Hermano. En fin, un rollo.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

La inmigarción y su deficiente tratamiento informativo


Los profesionales de la información han hecho examen de conciencia estos días sobre el fenómeno de la inmigración y su tratamiento televisivo y lo cierto es que las conclusiones a las que han llegado no son demasiado esperanzadoras. Los participantes, en un coloquio de la Asociación de la Prensa en Madrid, han llegado a la conclusión de que el tratamiento informativo del fenómeno de la inmigración es deficiente, simplista y que se le dedica poco tiempo.

Es positivo, productivo y tremendamente esencial y necesario que se realicen este tipo de propuestas y reflexiones para la mejora de los espacios informativos en televisión y no sólo en las públicas, que como ya sabemos cumplen una función social primordialmente. Más interesante todavía me parece que no se reflexione solamente a posteriori , ya que es vital para recuperar la credibilidad y la mejora del producto televisivo tratar con especial delicadeza estos fenómenos a los que los ciudadanos se sienten tan sensibles.

Que no se vuelva a llegar a la conclusión de que, por la rapidez y la inmediatez del medio, no se tratan los temas en profundidad. Esto es cierto pero también lo es que, en vez de más Gran Hermano, sería interesante que nos ofertasen programas de investigación de este fenómeno, por ejemplo.

Lo más triste de todo es que los propios profesionales justifican este supercial e insuficiente tratamiento informativo al argumentar que la televisón es especialista en dar soluciones simples a problemas complejos. Que cada uno reflexione pero, ¿es esto justificable?

Sin límite de publicidad

Es un verdadero disparate la noticia que ayer saltaba a los medios: los ministros de cultura de la UE acordaban que a partir de ahora no existiría el límite de un máximo de 3 horas al día de publicidad en la televisión. Las reacciones, como no podía ser de otra manera, no se han hecho esperar.
Las asociaciones en defensa de los consumidores han denunciado que, gracias a esta medida, los telespectadores quedamos en una situación de total desamparo. Si hasta ahora que había "límite" ha habido cadenas de televisión en las que los períodos publicitarios duraban más de 15 minutos seguidos, ¿qué será de nosotros, pobres consumidores, si ya no hay freno para las cadenas?
Me sorprende sobremanera que los ministros de tantos países puedan tomar este tipo de decisiones que, sin lugar a dudas, benefician a los ingresos de los caneles de televisión por aumento en las partidas de publicidad. Todo esto sería positivo si, al menos, repercutiese en un aumento considerable de la calidad de los productos que se nos ofertan pero sospecho que no será el caso.
No cabe duda de que estas decisiones lo único que consiguen es que los ciudadanos nos sintamos desprotegidos -veremos si no tienen que dar marcha atrás dada la alarma social generada- y a lo que nos empujan es a buscar otras ofertas en los canales de pago y temáticos, que ni nos ofrecen publicidad ni nos dan productos de pésima calidad.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Por fin una oferta que merece la pena


Siempre que hablamos de la televisión nos referimos a ella como "la caja tonta", expresión totalmente incomprensible desde el punto de vista intelectual de todo aquel consumidor de este medio -esto es, de todos nosotros- dado que, si tan tonta es, ¿por qué la vemos?


No cabe duda de que así se la denomina porque desde el principio de los tiempos se ha concebido como un medio de comunicación destinado al entretenimiento, a la distracción y, por desgracia, se ha dejado de lado el tan necesario rigor periodístico. Por eso mismo es la caja tonta: porque todo lo que nos ofrece nos lo "tragamos", sin reflexionar sobre lo verdadero o lo falso, sobre lo oportuno o lo inoportuno.

Sin embargo, debo confesar que ayer me llevé una grata sorpresa al encender este maldito aparatejo. Por primera vez en mucho tiempo me encontré con una oferta de gran calidad -debo admitir que no me lo esperaba-: Una buena película en la noche del domingo en una cadena pública. Ni más ni menos que Mar Adentro, la espléndida película de Amenábar considerada por muchos como un canto a la libertad -en contra de la opinión de otros tantos que defienden que se trata de las tendencias suicidas de un enfermo terminal-.


Al margen de todas estas apreciaciones, debe felicitarse a TVE al atreverse a proyectar este filme ya que contiene altas dosis de dignidad -en el sentido fílmico, al menos-. No se trata de una de esas bazofias a las que nos tienen acostumbrados en las que sólo se ve violencia, sangre y destrucción. Estamos necesitados de cintas que dejen paso a los sentimientos y a valores tan importantes como la reflexión sobre la vida, la muerte, la dignidad humana y la libertad. Ya era hora de que se nos ofretase algo digno de ver y no esas ridículas películas que no ofrecen nada más que el lucimiento de un individuo en las artes marciales- con todo el respeto para aquel a quien le gusten-.