
En alguna ocasión me han acusado de criticar mucho el panorama televisivo, pero es que no me queda otra. Máxime cuando se emiten en las televisiones estatales -en los informativos- las escabrosas y repugnantes imágenes de la ejecución de Sadam. Nada más desagradable para el cuerpo.
Nadie niega que Sadam era un elemento de la peor calaña cuyos actos asesinos y condenables no obvio, pero es que con este proceso han quedado en evidencia muchas cosas. Por ejemplo, ¿era necesaria la horca -esa arma de matar milenaria y retrógrada- y, si lo era, era imprescindible para el interés ciudadano -que no para el interés del ciudadano- transmitir la ejecución? No es que lo defienda, pero es que como ser humano al ver las imágenes, la empatía -que no la compasión- se apoderó de mi cuerpo y reflexioné sobre si no hubiera sido más acertado una condena de cadena perpétua para el ex dictador, al que, sin duda, no podían dejarle de pasar factura sus fechorías. Si somos contrarios a la pena de muerte lo debemos ser para todos. Sin embargo, este es otro tema.
Nadie niega que Sadam era un elemento de la peor calaña cuyos actos asesinos y condenables no obvio, pero es que con este proceso han quedado en evidencia muchas cosas. Por ejemplo, ¿era necesaria la horca -esa arma de matar milenaria y retrógrada- y, si lo era, era imprescindible para el interés ciudadano -que no para el interés del ciudadano- transmitir la ejecución? No es que lo defienda, pero es que como ser humano al ver las imágenes, la empatía -que no la compasión- se apoderó de mi cuerpo y reflexioné sobre si no hubiera sido más acertado una condena de cadena perpétua para el ex dictador, al que, sin duda, no podían dejarle de pasar factura sus fechorías. Si somos contrarios a la pena de muerte lo debemos ser para todos. Sin embargo, este es otro tema.
Culpa de las cadenas de televisión por emitir los últimos escalofriantes momentos de Sadam. Y así, la polémica está servida. ¿Son éticas las imágenes? En mi opinión, las imágenes duras se pueden emitir, pero es que en este caso es innegable que su valor informativo era nulo. ¿Qué nos aporta ver los últimos momentos y la agonía de nadie, aunque sea el ser más repulsivo de la faz de la tierra?
El debate, sin duda, está abierto entre los periodistas. La ética, ese elemento tan olvidado y denostado al que tan pocas veces concedemos el puesto que se merece, ha hecho de nuevo su aparición en un momento en el que nunca debería haberse marchado. En cualquier caso, los profesionales valoran las informaciones y toman decisiones -se corre el riesgo de acertar o no, pero así es la vida- y debemos aprender de los errores y mejorar. Deberíamos reflexionar sobre las posturas que se han tomado en la dichosa caja tonta y en la prensa escrita en sus portadas y en cuál es la más ética y correcta, no ya desde el punto de vista humano -que también- sino desde el informativo.