
Si algo interesante se pudo ver ayer, sábado, en la televisión fue el programa de Telecinco El buscador de historias en su primera edición. Resulta que se emitió un reportaje de lo más ingenioso dentro este programa fresco, dinámico e inteligente -dentro de lo que hay-.
Una reportera encarga a una guardería que los chavales -de tres añitos- hagan un cuadro. La periodista introduce la "obra de arte" en el recinto de ARCO y consigue exponerla en un mural. Según se van acercando críticos de arte y curiosos varios, la susodicha les pregunta qué les sugiere el cuadro. Explicaciones de lo más variopinto: una gran represión sexual, la intimidad del hogar, una gran meditación, y chorradas de este estilo. O sea, que quedaron a la altura del barro -o quizá todavía peor, si es que se puede-.
Lo mejor fueron dos señoras de avanzada edad que iban de intelectuales. A la pregunta de si 15.000 euros les parecía un precio adecuado para el cuadro, una de ellas, de lo más repipi contestó :"El arte no tiene precio". En fin, que cada uno juzgue por sí mismo. Se tuvieron que morir de vergüenza al verse en la televisión.
Todo esto -gracias al ingenio y la habilidad de la reportera- para dejar al descubierto a un nutrido grupo de casposos sabihondos y para demostrar que en el arte moderno, como tantas veces, nadie sabe distinguir un huevo estampado contra un lienzo de una obra de arte, ni un dibujo de guardería de un cuadro de los más vanguardista. Y -perdonad mi ignorancia- es que no me extraña.
En resumidas cuentas, se trata de una de las labores informativas por las que deberíamos luchar los profesionales, esto es, la denuncia. Cómo no, por dejar a la altura del betún a aquellos estúpidos que van de pedantes y no saben hacer la o con un canuto. A todos aquellos que entonan la oda a la idiotez, exacerbada por el claro deseo de querer aparentar lo que no se es. A todos y cada uno de ellos.
Que no nos den gato por liebre.
Una reportera encarga a una guardería que los chavales -de tres añitos- hagan un cuadro. La periodista introduce la "obra de arte" en el recinto de ARCO y consigue exponerla en un mural. Según se van acercando críticos de arte y curiosos varios, la susodicha les pregunta qué les sugiere el cuadro. Explicaciones de lo más variopinto: una gran represión sexual, la intimidad del hogar, una gran meditación, y chorradas de este estilo. O sea, que quedaron a la altura del barro -o quizá todavía peor, si es que se puede-.
Lo mejor fueron dos señoras de avanzada edad que iban de intelectuales. A la pregunta de si 15.000 euros les parecía un precio adecuado para el cuadro, una de ellas, de lo más repipi contestó :"El arte no tiene precio". En fin, que cada uno juzgue por sí mismo. Se tuvieron que morir de vergüenza al verse en la televisión.
Todo esto -gracias al ingenio y la habilidad de la reportera- para dejar al descubierto a un nutrido grupo de casposos sabihondos y para demostrar que en el arte moderno, como tantas veces, nadie sabe distinguir un huevo estampado contra un lienzo de una obra de arte, ni un dibujo de guardería de un cuadro de los más vanguardista. Y -perdonad mi ignorancia- es que no me extraña.
En resumidas cuentas, se trata de una de las labores informativas por las que deberíamos luchar los profesionales, esto es, la denuncia. Cómo no, por dejar a la altura del betún a aquellos estúpidos que van de pedantes y no saben hacer la o con un canuto. A todos aquellos que entonan la oda a la idiotez, exacerbada por el claro deseo de querer aparentar lo que no se es. A todos y cada uno de ellos.
Que no nos den gato por liebre.