Es un verdadero disparate la noticia que ayer saltaba a los medios: los ministros de cultura de la UE acordaban que a partir de ahora no existiría el límite de un máximo de 3 horas al día de publicidad en la televisión. Las reacciones, como no podía ser de otra manera, no se han hecho esperar.
Las asociaciones en defensa de los consumidores han denunciado que, gracias a esta medida, los telespectadores quedamos en una situación de total desamparo. Si hasta ahora que había "límite" ha habido cadenas de televisión en las que los períodos publicitarios duraban más de 15 minutos seguidos, ¿qué será de nosotros, pobres consumidores, si ya no hay freno para las cadenas?
Me sorprende sobremanera que los ministros de tantos países puedan tomar este tipo de decisiones que, sin lugar a dudas, benefician a los ingresos de los caneles de televisión por aumento en las partidas de publicidad. Todo esto sería positivo si, al menos, repercutiese en un aumento considerable de la calidad de los productos que se nos ofertan pero sospecho que no será el caso.
No cabe duda de que estas decisiones lo único que consiguen es que los ciudadanos nos sintamos desprotegidos -veremos si no tienen que dar marcha atrás dada la alarma social generada- y a lo que nos empujan es a buscar otras ofertas en los canales de pago y temáticos, que ni nos ofrecen publicidad ni nos dan productos de pésima calidad.
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